Relatos publicados en el libro "Para vivir Seguros" 2.005
La señora Granados tenía que buscar a su hija que estudiaba de noche en un Instituto Técnico. Llegó y estacionó su auto, pero como hacía mucho calor dejó el motor encendido para mantener el aire acondicionado.
A los pocos minutos, sintió que le tocaron la ventana de su lado. Un hombre le estaba diciendo que bajara la ventana, le enseñó un revólver y golpeó el vidrio con el arma. Del otro lado del vehículo apareció un segundo hombre armado.
La señora Granados entendió que era un atraco, pero lo único que le preocupó en ese momento era que su hija de veinte años estaba por salir y no quería que la atraparan también a ella. Entonces puso una velocidad y aceleró. Sintió que la ventana a su lado estallaba. Ella pensó que el delincuente había roto el vidrio de un golpe. Aceleró, pero estaba en una calle ciega y tenía que dar la vuelta para poder salir. Dio la vuelta. Los dos hombres estaban parados frente a ella, apuntándola. Pisó el acelerador y les lanzó el auto encima. Ella vio que el parabrisas se estrelló y sintió algo en el pecho. Pero logró pasar. Se llevó la mano al pecho. Estaba lleno de sangre. Supo que estaba herida.
Aun así, presionando con la mano para tratar de contener la sangre, logró llegar hasta una clínica cercana. Estacionó frente a la Emergencia. Abrió la puerta. Cuando trató de bajarse, sus piernas no la aguantaron. Además de la herida en el pecho, tenía un tiro en la pierna que le había fracturado los huesos. El primer delincuente no había roto la ventana de un golpe. Le había disparado. Ella no se había dado cuenta de esa herida inicial.
La señora Granados sobrevivió a sus heridas...
Éste no es un ejemplo de lo que debemos hacer en una situación similar... Se trata simplemente de un ejemplo de lo que sucede en una situación de alto estrés...