La rebelión de Atlas, Atlas Shrugged, es la obra más popular de Ayn Rand, fundadora del objetivismo. Se trata de una novela, la última de Rand antes de centrarse al ensayo, pero va más allá de ser una mera obra de ficción. En La rebelión de Atlas Rand expone los fundamentos de su corriente ideológica de un modo descarnado. Los distintos niveles de lectura del texto explican en buena medida su éxito, al que ha escapado en países como España. Curiosamente, Rand tenía pensado como título La huelga, lo que sin duda establece una curiosa conexión con los días que vivimos, especialmente con días como ayer.
La novela de Rand es una distopia: unos EEUU de un futuro cercano (al año en que se publico la obra) donde el peso del intervencionismo es cada vez mayor, conduciendo al país hacia su destrucción, lenta e inexorablemente. En ese marco se enfrentan dos clases de personajes: los empresarios, profesionales y artistas que no están dispuestos a ver como otros se apropian de su trabajo, y los saqueadores, empresarios, políticos y funcionarios que, esgrimiendo el bien común y el altruismo buscan justamente lo contrario.
Entre los primeros esta Dagny Taggart, heredera de los ferrocarriles Taggart, Rearden, un industrial del metal, y muchos más, destacando sobre ellos el misterioso John Galt. Entre los más destacados del segundo grupo el hermano de Dagny, James, su amigo Boyle, otro empresario corrupto o Wesley Mouch, el burócrata que se vende al mejor postor. Todos ellos luchan de una u otra manera, pero, misteriosamente los del primer grupo van desapareciendo, abandonando tras de si sus fabricas, sus bienes, sus familias. Y hasta ahí puedo leer.
La novela es una de mis favoritas, pero desde luego no por su calidad literaria. Hay quien la critica por ser excesivamente larga, por no tener ritmo, por momentos-calzador como el monologo de Galt, por el carácter plano de sus personajes, etc. Tienen su parte de razón. Mucha. Uno diría que con Rand se cumple eso de que uno tiende a reproducir de alguna manera aquello contra lo que lucha. Resulta difícil no comparar el estilo de rand con las obras del realismo socialista. La rebelión de Atlas vendría a ser un reflejo de las mismas, una suerte de realismo capitalista (y no sería en la vida de Rand el único supuesto en que ello ocurriese).
However, this is not enough to tarnish the virtues of the work. If the mission of the book was to popularize his ideas, make them attractive and accessible to the general public, it more than fulfilled it. To those who laugh at their low capacity for anticipation due to the allusions to railway lines or other technological derivatives of the work, it is worth reminding them of passages from the book that are linked to the crisis we are currently experiencing (but that are still part of an eternal return in which we live, a damn groundhog day):
The Anti-Self-Harm Provision: Voluntary Self-Regulation to Avoid Destructive Competition.
The Equal Opportunity Law: a kind of agrarian reform transferred to the industrial world, of business redistribution, financed with public money.
The economic emergency law, which combined with populist judges, forced financial entities to provide support to those who lacked guarantees.
Provisions that reduce the speed and length of railways in the absence of resources to maintain them.
Freezing of the obligation of railway workers to pay their loans. And subsequent selective defrosting.
Increase in taxes on territories with greater business dynamism.
There are phrases, statements in the mouths of politicians and businessmen related to them, tremendously similar to those we hear every day . And as happens today, each action of the government, each attempt by the public-business lobby to maintain its power generates a new waterway, until collapse is inevitable. Rand says that contradiction, that principle that drives Marxist analysis does not exist, he relies on the principle of identity, on A is A. Be it one or the other, each action of the interventionists, of the looters, implies a spiral of self-destruction.
Man is an end in himself, not the means to the ends of others . He must exist by his own efforts, neither sacrificing others nor sacrificing others for himself. The pursuit of his rational self-interest and his own happiness is the highest moral purpose of his life.
If you want to see a vision of the crisis like you won't find in the newspapers , Atlas Shrugged is your book. If you are looking for a good science fiction novel, better somewhere else.